La importancia de la lactancia materna en medio de una pandemia y frente a la publicidad engañosa
La importancia de la lactancia materna en medio de una pandemia y frente a la publicidad engañosa
Jueves, 04 de Junio de 2020
La importancia de la lactancia materna en medio de una pandemia y frente a la publicidad engañosa
La OMS y Unicef recuerdan que hay que proteger la lactancia de la interferencia comercial y que el Covid-19 no debería ser una excusa.

Menos de la mitad de las madres de recién nacidos amamanta a sus hijos hasta los seis meses. Para decirlo más precisamente: hoy, en el mundo, solo el 41% de los menores de seis meses reciben lactancia materna exclusiva. Frente a esta exigua cifra, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha instado a los países miembros a comprometerse con el humilde objetivo de aumentar dicho porcentaje al menos hasta el 50%, para 2025. Sin embargo, la voluntad por mejorar la nutrición de la mayoría de los lactantes sigue colisionando con la falta de escrúpulos en la promoción y comercialización de la leche materna, algo que ha agravado la crisis de Covid-19. 

Cada pequeña rendija que deje abierta el sistema sanitario es utilizada por los fabricantes de los alimentos de sustitución para insertar mensajes de pretendida seguridad y bienestar, a pesar de que la OMS y Unicef recomiendan que los bebés se alimenten exclusivamente con leche materna en los primeros seis meses de vida y que se continúe con la lactancia materna —complementada con otros alimentos nutritivos e inocuos— hasta los dos años o más.

La última alerta se dejó oír la semana pasada con la aparición del informe de situación sobre la aplicación del Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna, adoptado por Naciones Unidas en 1981 para proteger la lactancia de la interferencia comercial. El informe de situación de 2020, promovido por la OMS, Unicef y la Red Internacional de Grupos pro Alimentación Infantil (Ibfan - International Baby Food Action Network) analiza la adopción de medidas jurídicas de salvaguarda por parte de los diferentes Estados frente a las prácticas de la industria. Estas resultan perjudiciales para la salud de los lactantes y de sus madres, toda vez que la lactancia materna proporciona anticuerpos que protegen a los bebés contra numerosas enfermedades y contribuye a la salud de las propias madres. El informe concluye que, si bien muchos países han adoptado el Código, muy pocos cuentan con medidas jurídicas que lo reflejen plenamente y, lo que es peor: el marketing intrahospitalario sigue campando a sus anchas en buena parte del mundo.

“La comercialización agresiva de sucedáneos de la leche materna, especialmente a través de profesionales sanitarios en quienes las madres y los padres confían para obtener consejos relativos a la nutrición y la salud, constituye un importante obstáculo para mejorar la salud neonatal e infantil en todo el mundo. Los sistemas de atención sanitaria deben actuar para fomentar la confianza de madres y padres en la leche materna sin influencia de la industria”, sostuvo Francesco Branca, Director del Departamento de Nutrición e Inocuidad de los Alimentos de la OMS, en el lanzamiento del informe.

Los sucedáneos de la leche abarcan, entre otras, a las llamadas leche maternizada (para bebés de entre cero y seis meses) y la de continuación. Se trata, en realidad, de productos alimenticios que contienen extractos de proteínas de leche de vaca mezclados con dextrinomaltosa, jarabe de maíz, vitaminas y otros componentes para su conservación y digestibilidad. Es decir que las fórmulas no se limitan a leche de vaca con agregados de vitaminas, y de ningún modo pueden equipararse a la leche enzimática, que pasa de un ser humano a otro y que no se obtiene industrialmente. El País

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