En 1948, un año después de la gran conquista social del voto femenino, impulsado por Evita durante el primer gobierno peronista de la historia argentina (puesto en práctica por primera vez en la elecciones de 1951), se creó la Escuela de Enfermería de la Fundación Eva Perón. Este instituto revolucionó la manera de enseñar a cuidar a los enfermos y le otorgó profesionalismo a las mujeres que deseaban brindar un servicio social.
Este proyecto formó parte de un plan mayor e integral del gobierno de Juan Domingo Perón que entendía a la salud pública como uno de los pilares de sus medidas políticas. Pero cuando se produjo el golpe de Estado del ’55, autodenominado por los militares que lo provocaron como Revolución Libertadora –nada más paradójico–, la escuela cerró sus puertas y muchas de las mujeres que estudiaron en esa institución popular y de excelencia fueron perseguidas y humilladas.
La Escuela de Enfermería fue un elemento de cambio porque, por primera vez, enfermería participaba activamente, no sólo en la política sino también en la toma de decisiones, en un aspecto tan importante como la salud pública. Ellas eran las encargadas de ir a las distintas provincias, de hacer los nexos con los médicos. El modelo médico hegemónico se ponía un poco en duda a través de un modelo sanitarista como el de Ramón Carrillo, que hacía una medicina de prevención. Fue un proceso revolucionario porque se erradicaron un montón de enfermedades endémicas, por primera vez se construyeron policlínicos donde la gente más humilde podía concurrir a curarse y no a morirse, como iban los pobres a los hospitales. Antes de 1946 para atenderte en un hospital tenías que tener certificado de pobre.
La escuela presentó a la enfermería como un servicio social y posicionó a las enfermeras como actor fundamental de la salud pública. En la escuela, las enfermeras manejaban los autos, las ambulancias, tenían equipos de motos y jeeps. Había hasta un equipo de paracaidistas para casos de emergencia en los que no se pudiera llegar por tierra. Tenían preparados los aviones y las enfermeras paracaidistas para arrojarse y llegar a esos lugares. Se entendía a la salud pública como una manera de acercarse al prójimo con un fin humanitario y no con un fin caritativo, como venía haciéndolo la Sociedad de Beneficencia durante 150 años, que era la que manejaba la mayoría de los hospitales de la ciudad de Buenos Aires y del país.
Eva Perón jugó un papel fundamental en la enfermería argentina, nunca más desde sectores de poder, hubo interés por los trabajadores de la enfermería, al contrario; se utilizó a la enfermería como mano de obra barata del sistema de salud, manejada por el modelo medico hegemónico, con la complicidad de gremios y asociaciones profesionales.
Más allá de las ideologías, este es nuestro homenaje a la mujer que tuvo en cuenta el rol fundamental que tiene la enfermería en la salud pública, especialmente en los grupos más vulnerables y marginales de la población.